sábado, 8 de marzo de 2008

8 d e m a r z o




Durante los 50 primeros años del siglo XX, el aspecto más destacable de la historia de la mujer chilena corresponde a la llamada «emancipación femenina, ingreso de la mujer al mundo del trabajo, de la cultura y a una participación cada vez más activa en política, y la superación de su rol tradicional en el hogar.
A principios del siglo XX la mujer estaba relegada a un discreto segundo plano. Cuando contraía matrimonio, quedaba bajo la potestad del marido y si trabajaba no tenía derecho a disponer de su salario.

Saber es Poder
Con algunas excepciones en el siglo XIX, en 1913 aparecen en Chile los primeros movimientos femeninos organizados: clubes y asociaciones de mujeres que buscaron mejorar la situación de la mujer y democratizar la sociedad. Una de las principales razones que explican este «despertar» sería la toma de conciencia, por parte de un número creciente de mujeres, de las limitaciones impuestas a su educación, por lo menos entre los estratos medios. Aunque el 6 de febrero de 1877 se dictó el famoso Decreto Amunátegui, que otorgó a la mujer el derecho a ingresar a la Universidad, en la práctica la educación continuó, por una cuestión de hábitos y costumbres, reservada a los varones. Sólo entre las clases acomodadas la mujer podía tomar lecciones de música, leer a los poetas greco latinos y alguna novela francesa de carácter romántico y educativo. Para su formación normal debía aprender «labores de mano y los buenos modales de una dama», como preparación para el matrimonio. También, y como parte de la formación religiosa, debía conocer el Catecismo y las vidas ejemplares de los santos. La mujer de escasos recursos no tenía otro acceso a la cultura que la vía oral, ni más conocimientos que la sabiduría popular. Aunque Chile aparece como pionero en cuanto a la formación de mujeres profesionales -en 1887 se titularon de médicos Eloísa Díaz Insunza y Ernestina Pérez Barahona, las primeras de Chile e Hispanoamérica-, la verdad es que éstas no eran bien miradas y se ejercía una evidente presión psicológica sobre ellas. Escribir o traducir un libro en esos años era inadmisible para una mujer. En efecto se las sancionaba por el simple acto de leer o estudiar.


Primera Guerra Mundial
Este conflicto de proporciones continentales y repercusiones mundiales provocó en Europa el ingreso masivo e involuntario de la mujer al mundo del trabajo. Durante e inmediatamente después de la guerra, con la mayoría de los hombres en el frente, prisioneros o lisiados y muchos de ellos muertos, las mujeres debieron hacerse cargo de la industria, incluso bélica, y de la administración pública, entre otras muchas tareas. Esta situación, inédita en la historia, modificó definitivamente el rol femenino. La mujer demostró su capacidad y se produjo un debate mundial respecto a la situación de ésta ante la ley. Y la obtención de un título profesional, así como la mujer trabajando fuera del hogar, comenzó a verse con mayor normalidad.


Recabarren y los centros Femeninos
Las primeras organizaciones de mujeres en Chile fueron los Centros Femeninos. Se forman en 1913 en Iquique, Antofagasta y las principales oficinas salitreras. En la zona se habían concentrado muchas familias obreras y comenzaba a desarrollarse el sindicalismo chileno, con Luis Emilio Recabarren a la cabeza. Recabarren, fundador del Partido Obrero Socialista, siempre alentó la «emancipación femenina». Pensaba que a la mujer era necesario «educarla, librarla del fanatismo religioso y de la opresión masculina». En su periódico «El Despertar de los Trabajadores», dedicó numerosas páginas a las «nuevas ideas de la liberación femenina» y a las actividades de las sufragistas inglesas, quiénes consiguieron, en Inglaterra, el voto para las mujeres mayores de 30 años en 1918 y la completa igualdad electoral en 1928.


Las señoras y la lectura
En 1915 -para «charlar, leer, beber una taza de té, celebrar de vez en cuando una fiesta social y cambiar sanos y serenos propósitos domésticos», las damas católicas de la aristocracia santiaguina forman el Club Social de Señoras, agrupación que se distingue de las numerosas instituciones benéficas del siglo XIX por sus fines culturales. Su fundadora fue Delia Matte de Izquierdo. El Club de Señoras expresaba la inquietud de las mujeres de los sectores más acomodados, que veían con alarma aparecer -entre los estratos medios- mujeres profesionales, que en número creciente se incorporaban a la educación y a la cultura.


La esclavitud de la mujer
Participa del Club de Señoras Martina Barros, una de las primeras intelectuales chilenas, quién traduce, con el título de «La Esclavitud de La Mujer», «The Subjection of Women», del filósofo inglés John Stuart Mill. En sus memoria M. Barros apunta: «Mis compañeras me miraban con frialdad... y las señoras con la desconfianza con que se mira a una niña peligrosa». No sólo los hombres rechazaban la «emancipación de la mujer». La mayoría de las mujeres pensaba de igual manera, de acuerdo con la mentalidad de la época. En principio el Club de Señoras buscaba exclusivamente progresos culturales para la aristocracia, sin embargo hacen suyos ideales democráticos y por su influencia, en 1917, la fracción más joven del Partido Conservador presenta al Congreso el primer proyecto de ley para dar derechos de ciudadanía a las mujeres.


Circulo de Lectura
Ese mismo año, pero entre las mujeres laicas de las capas medias, con inspiración en los «Readings Clubs» de Estados Unidos, se forma el Círculo de Lectura. En su fundación y directiva aparece Amanda Labarca, gran escritora y educadora. Militante Radical. Labarca, quién dirige el periódico del Círculo, «Acción Femenina», fue la primera latinoamericana en ejercer una cátedra universitaria e impulsará, en 1932, la creación del Liceo Experimental Manuel de Salas. Se la considera una gran precursora del movimiento femenino en Chile.


Consejo nacional de las mujeres
Del Círculo de Lectura se desprende, en 1919, el Consejo Nacional de Mujeres. Participan Amanda Labarca y Celinda Reyes. Tres años después presentan un proyecto sobre derechos civiles, políticos y jurídicos. E inician gestiones que culminarán el año 1925 con el Decreto Ley conocido como Ley Maza (por el senador José Maza), que restringe en el Código Civil las atribuciones de la patria potestad de los padres, en favor de las madres; se habilita a las mujeres para servir de testigos y se autoriza a las casadas para administrar los frutos de su trabajo. Fueron apoyadas por Pedro Aguirre Cerda y Arturo Alessandri, entonces Presidente de la República. En el ámbito obrero, en 1917 se crea el Consejo Federal Femenino (al interior de la Gran Federación Obrera de Chile). Su objetivo: «mejoramiento cultural y acción mancomunada de trabajadoras». Hacia 1920 reaparece con el nombre de Gran Federación Femenina de Chile.


Partidos Politicos Femeninos
El año 1922 se crea el Partido Cívico Femenino (PCF). Participan Ester La Rivera de Sanhueza, fundadora y primera presidenta, Elvira de Vergara, Berta Recabarren, Graciela Mandujano y Graciela Lacoste. Radicales, laicas o de un catolicismo moderado. Editan la revista «Acción Femenina» durante 14 años, alcanzando a tirar 10.000 ejemplares. Se expresan con singular discreción: «el feminismo no desea violencias. La mujer moderna no pide nada injusto ni abusivo. Queremos que se conozca a la mujer como algo más que un objeto de lujo y placer...». El PCF plantea el voto femenino subordinado a la educación cívica. «Primero educar y luego decidir». Trabajan, entre otros objetivos, por el voto municipal, a modo de «ensayo - aprendizaje».
En rigor, la Constitución vigente desde 1833 no excluía el voto femenino, pero cuando en 1875 algunas mujeres en San Felipe y La Serena acudieron a votar en las elecciones presidenciales no pudieron hacerlo. Y en 1884 se dictó una nueva Ley de Elecciones que, en su artículo 40, prohibía expresamente el voto femenino.


Union femenina de Chile
A fines de 1927, con ocasión de las celebraciones del cincuentenario del Decreto Amunátegui, se funda en Valparaíso la Unión Femenina de Chile. Trabajan hasta 1938 por reivindicaciones civiles y políticas, entre muchas otras tareas. Fue una organización de elite -constituida fundamentalmente por mujeres profesionales- que influyó en la opinión pública de ese puerto, sobre todo a través de su periódico homónimo y de su dirigente, Graciela Lacoste.


Comite nacional pro derechos de la mujer
Este comité se forma en 1933 por iniciativa de Felisa Vergara, Amanda Labarca y Elena Doll, para participar en la discusión sobre la Ley de Sufragio Municipal. Luego de un período de silencio resurge en 1941, para «activar la aprobación por las Cámaras del proyecto de ley sobre el voto femenino».


Asociacion nacional de mujeres universitarias
En agosto de 1931 se fundó esta organización para extender las oportunidades culturales, económicas, cívicas y sociales de la mujer. Su presidenta fue una de las primeras médicos de Chile, Ernestina Pérez. Participan Amanda Labarca, Elena Caffarena, Irma Salas y Elena Hott.


Derecho a Voto
El 21 de diciembre el Senado acoge el proyecto con todas las modificaciones hechas por la Cámara. Por fin el 8 de enero de 1949 el Presidente Gabriel González Videla estampó su firma en el texto que concedía la plenitud de derechos políticos a la mujer. Con este motivo se realizó una gala en el Teatro Municipal, con la participación del Presidente González Videla, de su esposa Rosa Markmann, ministros, parlamentarios, dirigentes de la FECHIF y gran cantidad de público. Flor Heredia, Elena Caffarena y otras destacadas dirigentes son excluidas. Culminaban así 50 años de luchas femeninas.
En 1950 la radical Inés Enríquez es elegida diputada por Concepción, convirtiéndose así en la primera parlamentaria chilena. Y dos años después, en 1952, las mujeres participan por primera vez en la historia de Chile en una elección presidencial.


Mujeres destacadas del periodo:

ARGOMEDO, Aurora: Educadora, llamó a las mujeres de Valparaíso a celebrar el cincuentenario del decreto Amunátegui (1927).

ASTICA, María: Participó activamente en las charlas-foro realizadas en el Salón de Honor de la Universidad de Chile para presionar al parlamento por la aprobación del voto para la mujer.

BAHAMONDE, Arsenia: Una de las fundadoras de la Unión Femenina de Chile de Valparaíso (1928).

BARROS DE ORREGO, Martina: Una de nuestras primeras intelectuales. Participa en el Club de Señoras.

CAMPUSANO, Julieta: Dirigente comunista. Electa regidora por Santiago en 1947. Secretaria de publicaciones de la FECHIF.

CARR BRICEÑO, Julieta: Una de las fundadoras de la Unión femenina de Chile de Valparaíso (1928). CID, Cora: Presidenta de la Asamblea nacional de mujeres de Chile, se presentó como candidata en las elecciones municipales de 1941.

DEL CANTO, María Teresa: Ministra de Educación en el gobierno de Carlos Iáñez del Campo (1952-1958).

DIAZ, Eloísa: Junto a Ernestina Pérez, se recibió de médico en 1887, siendo ambas las primeras en toda Iberoamérica.

DOLL, Elena: Una de las fundadoras del Comité nacional pro-derechos de la mujer (1935). Presentada y elegida en las elecciones municipales de 1935, 1938 y 1941.

ENRIQUEZ, Inés: Primera parlamentaria chilena. Elegida diputada por Concepción en 1950.

FIGUEROA, Ana: Profesora, Presidenta Nacional de la FECHIF en 1949.

LABARCA, Amanda: Profesora, fundadora del Círculo de Lectura (1915). Integrante de la

LACOSTE, Graciela: Fundadora y presidenta de la Unión Femenina de Chile de Valparaíso (1928).

MANDUJANO, Graciela: Integrante del Partido Cívico Femenino. Secretaria General del .

MISTRAL, Gabriela: Premio Nobel de literatura.

OLGUIN, Adriana: Ministra de Justicia en el gobierno de González Videla.

PARRA, Violeta: Muy destacada folklorista.













feliz dia shikas

por estos tiempos hay una lucha q continuar en comun:

http://www.sernam.cl/opencms/opencms/sernam/programas/violencia/femicidios.html